el héroe de mil mujeres

El 8 de marzo el mundo festeja el "Día internacional de la mujer", pero ese mismo día (además de nacer mi amiga Maqui) moría Adolfo Bioy Casares, más precisamente en 1999.

Bioy fue un nene bien, un bon vivant. Viajó mucho por Europa, se casó con la menor de las Ocampo, la cagó con cuanta mujer conoció, fue cómplice y amigo de Borges, escribieron juntos y, a mi criterio (que no es más que el de una lectora), es uno de los mejores escritores que vio nacer nuestro país.

Pero Bioy también vio morir en menos de dos meses a su esposa y a su hija. Y debido a su amistad con Borges se podría decir que sufrió del síndrome Pablo Codevilla, que es cuando a uno lo reconocen por ser el "amigo de" o "sombra de" (en este caso Nicolás Repeto) antes de ser reconocido por los méritos propios. Pero esto sería poco justo con su obra, que, como dije antes, para mi es excelente.

De Bioy adoro su simpleza, su habilidad para contar historias con una ironía muy sutil y para quedar la mayoría de las veces como un dandy con partecitas de loser. Sus memorias son fragmentos de sueños, pensamientos, ideas, charlas, todas en un formato que hoy sería muy parecido a la dinámica de un blog, incapaz de aburrir.

Por eso, si sólo lo tienen como el amigo de Borges, les recomiendo que lean "Diario de Guerra del cerdo", que sabiamente me recomendó hace algunos años Hugo, y es la historia de un viejo que cree que los jóvenes se están complotando para matar a gente de su edad. Aclaro que lo escribió cuando tenía 50 años, con los primeros achaques asomándose, para lo que hay que tener muchos huevos, sobre todo cuando uno es un hombre coqueto y acostumbrado a que el mundo, sobre todo el femenino, esté a sus pies.

Y para concluir, mujeriego como era, que haya muerto un 8 de marzo, bien podría interpretarse como un impecable guiño final.